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- El flanco débil de la imagen de Podemos es Baltasar Garzón
Según el periodista José Manuel Martín Médem, fechas próximas a la cita electoral de las generales españolas pueden ser el momento clave para una guerra sucia mediática contra el partido de Pablo Iglesias, con dos objetivos: limitar el ascenso electoral de Podemos y apuntalar al PSOE como partido que asegure las estructuras del modelo político español. ¿Qué papel podría jugar Garzón en esta estrategia?.
Foto: Baltasar Garzón y Mariano Rajoy, en un acto en 2001 (Crédito: losgenoveses.net)
Martín Médem hizo esta reflexión en el programa conducido por Pablo Iglesias, Fort Apache, dedicado a analizar la crisis del Partido Popular tras las elecciones municipales del 24-M. Lo que él denominaba "las cloacas del Estado (a veces llamadas Centro Nacional de Inteligencia)", estarían ya operando para conseguir ese objetivo, y ponía como ejemplo el caso del concejal de Ahora Madrid Guillermo Zapata, al cual le fueron rescatados viejos tuits del año 2011 para que, debidamente descontextualizados, sirvieran como ariete contra el recién elegido gobierno municipal dirigido por Manuela Carmena, que ponía fin, aunque débilmente, a la hegemonía de la derecha en la capital española. Las afirmaciones de Médem fueron secundadas con gestos de afirmación por Tania Sánchez, referente de Convocatoria por Madrid, y Manuel Monereo, asesor de Izquierda Unida.
Crisis del régimen español
Ante esta crisis de legitimidad, varios actores influyentes han dejado caer en varias ocasiones la posibilidad de un pacto PSOE-PP, que ambos partidos por ahora niegan en rotundo. Y no es para menos, ya que un acuerdo político de los dos grandes partidos sería la prueba evidente de su aislamiento social y sería el oxígeno necesario para las fuerzas políticas emergentes que, si bien se mueven dentro de los márgenes institucionales, no son de toda confianza para el establishment.
Según el barómetro JM&A para 'Público', publicado a finales de agosto de este año, Podemos quedaría como tercera fuerza política con 56 diputados, seguido de Ciudadanos (33), y superado por PSOE (93) y PP (127).
Con todo esto, no podemos dejar de ver, además de esta aritmética electoral, algunas claves:
- El PP es el principal damnificado por las investigaciones de corrupción, que en la mayoría de las ocasiones las impulsa la propia fiscalía. Esto indica una voluntad de Estado de hacer una cierta purga de los elementos más impresentables del partido de gobierno, sin importar el costo electoral para el PP, que lo notó de manera evidente en las elecciones municipales del 24-M.
- El PSOE, afectado en menor medida por estos operativos de limpieza, va instalando a Pedro Sánchez como candidato, con una estrategia parecida a la que en su momento instaló a Jose Luís Rodríguez Zapatero. No hay que olvidar que a Zapatero la derecha lo apodaba "bambi", por su inofensividad, pero que lideró el proceso de reestablecimiento del orden social que el PP había puesto en peligro (No a la Guerra, Huelga General, Reforma Educativa...). En aquella ocasión el PSOE gobernó en minoría y con acuerdos puntuales con otras fuerzas, incluido el PP.
Garzón, invitado de honor en 2001 de Fernando Giner, ex presidente de la diputación valenciana e involucrado en la trama Imelsa, en las fallas. Foto: losgenoveses.net |
Las variables del ascenso de Ciudadanos y Podemos
En el caso del primero, el partido liderado por Albert Rivera parece haber ya cumplido su papel: ser conciencia crítica de los "liberales españoles" y agitar la regeneración de la derecha española; terminar con las Ritas Barberás y cambiarlas por las Begoñas Villacís. En definitiva, instalar nuevos actores más amables y presentables en el mapa electoral conservador, muy devaluado por los escándalos y exabruptos de sus dirigentes.
En cambio, el proceso de Podemos es más complejo. Si bien sus dirigentes apuestan por la transversalidad ideológica, lo cierto es que su ascenso es un elemento movilizador del electorado del PP, que ve muy peligroso su ascenso en términos discursivos. Pero además tiene capacidad de robo de votantes del PSOE, que vendría a ser el intocable del mapa político español por su capacidad contenedora y canalizadora del orden social.
Para Manuel Monereo, el PP es el partido orgánico del poder económico, pero quien garantiza el sistema es el PSOE
Manuel Monereo explicaba en el programa de HispanTV: "el PP es el partido orgánico de la oligarquía española, pero el PSOE es el partido del régimen", en referencia a su función estabilizadora y "apagafuegos". Esta realidad ya la padeció Julio Anguita, al cual el establishment todavía no le perdona la osadía de su intento de sorpasso en los últimos años de Felipe González. En esa ocasión el PSOE le devolvió el golpe a Anguita con la escisión de IU del "Partido Democrático de la Nueva Izquierda", un pseudo partido diseñado para la ruptura y que liderarían Cristina Almeida y Diego López Garrido, hoy en segundo plano. IU nunca pudo recuperarse de aquel golpe.
Por estos motivos, la advertencia de Martín Médem es para tomarla en serio: el régimen necesita reforzar al PSOE y debilitar electoralmente a Podemos, ya sea con una campaña de imagen o con guerra sucia.
El Informe Purificación
En el año 1998, Felipe González advirtió en un mitin en Sevilla que "estaban preparando algo contra él para el 2000". El entonces líder del PSOE aspiraba a volver a presentarse como candidato a la Presidencia del Gobierno, herido por lo que él mismo había denominado como "dulce derrota" frente al PP en las Elecciones Generales de 1996.
Si bien el público desconocía de qué se trataba, poco después el periodista Luís Díez publicaría en Diario 16 de qué se trataba: el espionaje español quería iniciar el nuevo milenio con caras renovadas en la primera línea política, al considerar amortizados a los líderes vinculados de alguna manera a la Transición, y Felipe González era uno de ellos. Diego López Garrido solicitó al entonces Vicepresidente Francisco Álvarez Cascos comparecencia al respecto.
Según el periodista Fernando Rueda, especialista en el espionaje español, no es la primera vez que pasa. Rueda fue conocedor de primera mano de la guerra interna dentro del CNI entre los partidarios del viejo espía Andrés Cassinello y las nuevas generaciones lideradas por Alberto Saiz durante el período 2008/2009, información de la que el periodista fue informando en ocasiones en el programa de radio La rosa de los vientos, emitido por Onda Cero. Por este dato y por varias publicaciones suyas, podemos deducir que sus criterios e informaciones son, en general, solventes.
Si bien el público desconocía de qué se trataba, poco después el periodista Luís Díez publicaría en Diario 16 de qué se trataba: el espionaje español quería iniciar el nuevo milenio con caras renovadas en la primera línea política, al considerar amortizados a los líderes vinculados de alguna manera a la Transición, y Felipe González era uno de ellos. Diego López Garrido solicitó al entonces Vicepresidente Francisco Álvarez Cascos comparecencia al respecto.
Según el informe, el CESID llevaba a cabo acciones de limpieza de políticos considerados "amortizados"
Según el periodista Fernando Rueda, especialista en el espionaje español, no es la primera vez que pasa. Rueda fue conocedor de primera mano de la guerra interna dentro del CNI entre los partidarios del viejo espía Andrés Cassinello y las nuevas generaciones lideradas por Alberto Saiz durante el período 2008/2009, información de la que el periodista fue informando en ocasiones en el programa de radio La rosa de los vientos, emitido por Onda Cero. Por este dato y por varias publicaciones suyas, podemos deducir que sus criterios e informaciones son, en general, solventes.
En su libro Las alcantarillas del poder dedica un capítulo al Informe Purificación, y a otros casos donde el espionaje habría realizado una limpieza de figuras públicas a las cuáles el Estado considera amortizadas. Dicho sistema se activaría en los períodos en los cuáles el servicio considera que existe un fin de ciclo y el comienzo de otro, y contemplaría también la investigación de la vida privada de aquellos que se resistirían a salir de la primera línea, mediante la utilización de datos comprometidos: desde amantes u orientaciones sexuales no públicas, hasta corrupciones, investigaciones judiciales o muertos en el armario.
La obsesión de Garzón por su imagen puede hacer daño
Todo lo que Garzón no ha entendido y sus amistades más cercanas sí.
Los dirigentes de Podemos tienen claro esta cuestión. En el año 2014, en una entrevista que me concedió Juan Carlos Monedero en Buenos Aires para la revista Marcha, éste me expresó literalmente:
Lo hemos dicho muchas veces que quien tenga demasiada “mochila” ideológica debe dejar paso a otra gente que sepa sumar para enfrentar las políticas de la Troika, y ahí pedimos generosidad. Nos parece muy bien que incluso el propio juez Garzón tenga simpatías por Podemos, pero nosotros queremos construir, como decía Machado, “más ligeros de equipaje”.Se puede decir más alto pero no más claro.
Para el Estado, Garzón no ha entendido que debe hacer lo que otros hicieron ya: pasar a segundo plano y disfrutar de las rentas obtenidas
Que Baltasar Garzón ha sido un juez de Estado, es decir, de esos que trabajan para lo que el Estado en su conjunto, más allá del partido que gobierne, considera estratégico, no parece estar en discusión. Ya sea con el PP o con el PSOE, ha trabajado con lealtad a lo que la estructura le ha pedido: Caso Al Kassar, lucha antiterrorista, grandes delitos económicos, etc. Lo que quizá no casaba tanto con la filosofía del poder judicial es su predilección a estar en el candelero mediático.
El Estado le ha permitido casi todo a Garzón: las torturas a detenidos bajo la legislación antiterrorista, las opacas cuentas de su periplo en Nueva York en los años 2005 y 2006, o sus relaciones privilegiadas con medios de comunicación y actores de relevancia sin el permiso del propio Estado.
El diario El Confidencial, cuya línea editorial es una de las que mejor ilustra el pensamiento del poder en España (bancos, fuerzas de seguridad, poder judicial, poder económico, etc.), viene advirtiéndole a Garzón, de manera más o menos expresa, que debe retirarse. Y lo ha hecho en varias ocasiones refiriéndose a las evidencias desveladas por la Iniciativa Garzón en Argentina: esto es, que la fachada progresista del ex juez es solo su instrumento para seguir estando en ese candelero, frente al sacrificio que otras figuras relevantes de su generación han tenido que hacer por mandato de los de la gabardina. Y este diario lo ha hecho publicando datos que expresan que Garzón, de progresista, nada de nada. Otro digital especializado en la vida parlamentaria y de notable éxito, Espía en el Congreso, afirma sin ambages la vinculación del ex juez con la conocida como Trama Púnica.
Las cloacas del Estado y Podemos
Semanas atrás, Pablo Iglesias presentó en su programa Otra vuelta de Tuerka una almibarada entrevista con Garzón, al cual el diario Público resaltó esta confesión: "hubo "excesos" en la lucha antiterrorista". Paradójicamente, el término "excesos" es el mismo que en reiteradas ocasiones han utilizado los jefes de la última dictadura militar en Argentina para justificar el plan genocida.
Garzón puede ser el perfecto tonto útil que el establishment necesita para desacreditar las opciones políticas emergentes
Iglesias, que asintió a esta afirmación y a la cual no le hizo comentario alguno, parecería que de vez en cuando atiende a la llamada de Garzón pensando en la lógica electoral o de "suma de apoyos" que en tantas ocasiones impera en su lógica de movimientos y en la de otros dirigentes de Podemos pero, al margen de consideraciones éticas, ¿es esta opinión acertada en materia de cálculos?, ¿o por el contrario podría jugar al equipo de Iglesias una mala pasada?, ¿qué efecto tendría la difusión, interesada y en las postrimerías de la cita electoral, de alguno de esos documentos que comprometerían la buena imagen de Garzón entre determinados sectores progresistas, de los que tanto se habla en ámbitos parlamentarios, y que tendría incidencia en el resultado electoral?.
Garzón es un espartano que se resiste a pasar a un segundo puesto. Su reducto en Argentina está conformado por un movimiento político como el kirchnerismo, que se encuentra en franca retirada frente a la irrupción del sucesor de Cristina Fernández, Daniel Scioli. De hecho, su último evento Congreso Jurisdicción Universal celebrado estos días en Buenos Aires, queda lejos del desfile de personalidades del oficialismo que en otros tiempos acudían a hacerse la foto con el mediático ex juez.
Todo parece que la megalomanía de Baltasar Garzón será correctamente utilizada por las alcantarillas del poder, y si los llamados "actores del cambio" no toman las medidas oportunas, los efectos de la caída de quien ha conseguido elaborar una proyección mediática tan grande pueden ser lo suficientemente graves como para que ese régimen salga incluso reforzado. Sin que sirva de precedente, el PSOE en estos casos puede ser un buen ejemplo de estrategia.
Volviendo a Monedero, quizá sea el más avanzado en los riesgos que corren las "candidaturas del cambio" abrazándose a figuras como Garzón:
Entonces, viene el juez Garzón y dice que Felipe González ya no es Mister X sino que es un hombre preclaro de esos que aparecen solamente una vez cada cien años. Como decía Neruda de Bolívar. Y de paso, rescata también a Fraga. Las estrellas brillan mucho porque están acabándose. Por eso, con una mano exhumas fosas y con la otra insultas la memoria de las víctimas –las que murieron luchando contra el fascismo y su promesa de dictadura- diciendo que Fraga nos hizo a todos más demócratas. Así no salimos del foso en el que estamos.
Y es que si su pasado no le vuelve a jugar una mala pasada, incluso todavía puede ser útil como un nuevo Diego López Garrido o una nueva Cristina Almeida: la "Nueva Izquierda" de Podemos que termine reforzando al PSOE como partido del régimen. Toda una operación magistral de la inteligencia española.
Diego Herchhoren, es abogado.
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